domingo, 5 de enero de 2014

"LA CALAMBRE", VAMPIROS VERSUS CHUPASANGRES EN EL CONURBANO

El historietista argentino Ángel Mosquito vuelve al ruedo de la novela gráfica con "La Calambre", un thriller fantástico que se desarrolla en el conurbano bonaerense y que pone en evidencia que en un mundo en crisis hasta los vampiros son víctimas de los chupasangres.
Con el sello de la reconocida editorial española La Cúpula -que ha publicado a artistas como Robert Crumb y Daniel Clowes- Mosquito (Buenos Aires, 1976), consolidado en el ámbito local de la historieta, aterrizó en tierras ibéricas para luego desembarcar en sus pagos, de la mano de una historia vampiresca, fuerte e irónica que desmantela avatares en la post crisis del 2001.
Con destreza en los diálogos y un dibujo caústico, Mosquito le pega una vuelta al thriller y al terror para dejar una suerte de crítica social con dos vampiros demacrados como protagonistas, el viejo Larry y su protegido, Mogul. Los dos tienen en su espalda un rosario de changas callejeras porque todo sirve para evitar "la calambre" en el estómago, el primer y doloroso síntoma del hambre.
Lo que sucede, a diferencia del clásico vampiro sediento, es que estos dos hombres quieren insertarse socialmente y, para eso, no deben -ni quieren- hincar el diente en ningún cuello humano, sino alimentarse a base de morcillas. Y esa, en definitiva, es su maldición.
Las cosas se complican, y en medio del chatarreo, aparecerán policías nada transparentes, una dulce bebé, una joven con poca ingenuidad y el maestro de los vampiros encarcelado en el cuerpo menos conveniente. El resto, queda para el lector, que además encontrará un fresco de aquellos años después de la crisis del 2001 en el pleno y áspero conurbano bonaerense.
Ángel Mosquito, criado en Morón y residente en San Miguel, es parte del abanico de autores de comic forjados en el movimiento independiente de historietas de los años 90.
Entre sus libros están "Morón Suburbio"; "Villa Tesei": "El granjero de Jesú"; "Vitamina Potencia"; "Carne argentina" y "La mueca de Dios". Actualmente publica la tira "Conurbania" en el diario Tiempo Argentino y otros trabajos en las revistas Un caño y Los inrockuptibles, Fierro y el sitio diarioregistrado.com
El terruño por definición que elige Mosquito como escenario (pero también como una suerte de protagonista) es el conurbano, ese extensa área metropolitana que rodea la ciudad de Buenos Aires donde viven más de 13 millones de personas. Es allí, en San Miguel, donde "La calambre" comenzó a rondar en su cabeza.
"En el 2005 me robaron el auto, lo encuentro, pero sin el equipo de GNC, eso fue algo que me quedó picando. Por otro lado, me cuenta una amiga que daba clases en un barrio de la zona que una alumna le decía que no le gustaba salir de noche porque estaban los `hombres lobo`, que tenían los ojos rojos y le daban miedo. En realidad, eran pibes limados, drogados", cuenta Mosquito a Télam.
Estos dos hechos aislados -pero unidos espacialmente- fueron los que el autor linkeó y sumó a sus ganas de por fin hacer una de vampiros. "Armé la historia de estos dos vampiros de aspecto demacrado y decadente que no quieren tomar sangre humana para reinsertarse en la sociedad y el único sustituto que tienen son las morcillas", dice.
"Son cartoneros y necesitan plata y la historia ocurre cuando estaba de moda robar autos con equipos de GNC (gas natural comprimido), todavía en pleno quilombo de recesión económica", agrega sobre estos "vampiros humanizados", que quizás por el hambre, la crisis y su propia experiencia le imprimen a la historia "una vuelta mínima de tuerca".
En definitiva, es un relato gráfico donde los protagonistas tienen que elegir "lo menos peor" para vivir una vida normal. "Es una historieta fantástica con los ingredientes de una historia con vampiros. Se ve lo que les gusta, lo que sufren, pueden aparecer de día, pero tienen los dientes podridos, la piel es fea, huelen mal, jamás nadie les va a dar trabajo por eso".
A esa desgracia, Mosquito le suma "el folclore de la corrupción policial, pero vista desde lo fantástico". Una institución que controla a los vampiros y que es "igualmente corrupta", dice sobre "La bonaerense", que en su novela gráfica es "la fuerza policial con el peor prontuario del país", según reza en el anexo final de "La calambre" con fichas explicativas para el lector foráneo.
Los robos, las transas y la posible salvación se dan en la localidad de San Miguel, que lejos de ser una impostura o una militancia localista es "lo natural" en Mosquito, que viene hace años trabajando sus historias en el conurbano.
"Siempre viví en esa zona, por más que no sea mi lugar favorito y aunque tal vez me gustaría vivir en una zona menos compleja, es la que vivo y viví toda la vida, y no me espanta. Para muchos de Capital o del interior, el conurbano puede ser un monstruo imposible de habitar y algo de eso tiene, pero a la vez vive gente que trabaja y hace su vida, como yo", expresa.
A su vez, "es una forma de sentirme cerca de la historia, y supongo que al lector le puede pasar lo mismo. No está hecha desde una postura militante por un lugar, sino que es porque lo conozco y me parece que puede generar empatía".
Además del anexo explicatorio que versa sobre el conurbano, la policía, el GNC y los cartoneros, Ediciones La Cúpula por primera vez en su historia tradujo el libro del argot argentino al español para que los lectores españoles se acercaran aún más a esta historia, que llega a la Argentina en su versión original.
En tiempos donde en la estética vampiresca prima el erotismo y el deseo, Mosquito patea el tablero con un combo sanguinario, que huele mal, es fuerte y shockeante, donde no hay gente sexy, pero tampoco hay buenos ni malos, sino vampiros hambrientos y otros chupasangres.

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