viernes, 31 de mayo de 2013
Los vampiros de Jarmusch dejan en Cannes su visión desfasada del mundo
Marginales y sofisticados, errantes en el paisaje urbano desolado de Detroit o la noche encantada de Tánger, los vampiros del último filme de Jim Jarmusch dejaron este sábado en el Festival de Cannes su mirada lúcida, severa y melancólica sobre el mundo de los mortales.
El niño mimado de Cannes regresa a los 60 años con 'Only Lovers Left Alive', en competencia por la Palma de oro que se otorga este domingo al cierre de un festival que vio nacer su carrera en 1984 con 'Stranger than paradise' (Cámara de oro) y que la coronó en 1993 con una Palma de oro a su corto 'Coffee and cigarettes III' y un Gran Premio en 2005 para 'Broken Flowers'.
Como todos los vampiros, los de Jarmusch necesitan hemoglobina humana para mantener su inmortalidad, pero en el confundido siglo XXI estos seres aristocráticos lo piensan dos veces antes de clavar sus colmillos. Los esbeltos y pálidos Adán (Tom Hiddleston, 'The Avengers', 2012) y Eva (Tilda Swinton, 'La extraña historia de Benjamin Button', 2008) son dos vampiros ejemplares: más bellos, inteligentes y elegantes que el común de los mortales.
Su idilio dura hace siglos, Adán es ahora un músico 'underground', pero hace tiempo se codeó con Schubert, y un vampiro veterano (John Hurt) amigo de ambos se llama Christopher Marlowe, como el contemporáneo de Shakespeare. El interior donde viven es desordenado pero refleja un gusto sofisticado. Como el dinero parece tenerles sin cuidado poseen algunos de los mejores objetos que produjo la humanidad: violines, guitarras eléctricas legendarias, o un viejo grabador Telefunken que hace palidecer de envidia a cualquier audiófilo.
"Son muy sofisticados, pero mantienen un vínculo con su animalidad, tienen muchos conocimientos, sabiduría, son muy educados, ligeramente snob --lo cual es comprensible, con tantos conocimientos-- pero también son salvajes, o sea contradictorios", explicó Jarmusch a la prensa. La música es el otro protagonista de este filme rodado también en Tánger, y donde domina el rock sombrío, con temas como 'Soul Dracula' ('Hot Blood') pero también otros de la libanesa Yasmine Hamdan, que actúa y canta en la película.
El filme aplaudido en su pase a la prensa genera una atmósfera de desfase y marginalidad sofisticada a través de los decorados y personajes que muestra, pero también por todo lo que elimina por contraste: el mundo real superpoblado, comercial y vulgar, saturado de objetos mal fabricados y gobernado por irresponsables sin visión a largo plazo. La acción, como era previsible, transcurre en paisajes nocturnos. Los de la ciudad de Detroit devastada por la caída de la industria automotriz cobran bajo la cámara de Jarmusch el aspecto de un mundo más bello, aunque invisible a los demás. "Hoy en día, Detroit es una ciudad de desolación, una ciudad muy deprimente, pero mantiene un espíritu y una atmósfera apasionantes, aunque sea una ciudad devastada", comentó Jarmusch, que nació en el estado vecino de Ohio.
"Lo que me gusta de esta película, es la idea de la vida invisible e inmortal", explicó Tilda Swinton. Un entusiasmo compartido por Tom Hiddleston, a quién el Adán ofreció "la perspectiva fascinante para un actor de representar a ese personaje que encarna el romanticismo y la melancolía.
Jarmusch explicó que en su aporte a un género muy frecuentado en los últimos años, -desde la saga 'Twilight' ('Crepúsculo') a la serie de televisión 'True Blood'-, se propuso, además de "ganar mucho dinero", destacar la importancia de la cultura inglesa como fuente fundamental en ese rubro.
En materia de vampiros, asegura Jarmusch, "lo que cuenta sobre todo son las historias iniciadas por Byron y todos los que le siguieron en Inglaterra. Hay algo muy romántico en todo esto, muy británico".
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