El café con sangre es la bebida energética por excelencia. Todos y cada uno de los habitantes de la ciudad lo consumen para obtener energía. Porque les da vida. Si todos fuéramos vampiros, necesitaríamos lo mismo.
"La hermandad”, de los hermanos australianos Michael y Peter Spierig, parte de esa premisa: los seres humanos han sido transformados en vampiros debido a una epidemia. Y la sangre comienza a escasear, lo que hace que los vampiros pierdan su lado más civilizado y se trasformen en unos monstruos agresivos que comienzan a aterrorizar al resto de habitantes. Es por eso que se hace necesario encontrar algo que suplante la sangre para la supervivencia de las criaturas.
Edward Dalton ( Ethan Hawke) trabaja para la empresa de Charles Bromley ( Sam Neill), encargada de encontrar ese reemplazo. Pero Dalton no quiere ser más un vampiro. De ahí que su encuentro con un grupo de humanos que habrían hallado una forma de que los vampiros vuelvan a ser humanos, como le ocurrió a "Elvis" Cormac ( Willem Dafoe), lo anime a luchar junto a ellos.
"La hermandad" basa su premisa en mostrarnos una civilización que funciona de noche. La sociedad común, pero manejada por vampiros. De ahí su preocupación por el aspecto visual: los colores brillosos de las luces de la ciudad contrastan fuertemente con la oscuridad de los escenarios, lo que crea un ambiente extraño que va envolviendo al espectador. Lo común se vuelve raro. Como el café mezclado con sangre.
LUCHANDO POR SER NORMAL
"La hermandad", si bien es una película de vampiros, no va tanto por el lado de lo terrorífico (aunque, por supuesto, hay uno que otro sangriento susto), yéndose hacia el suspenso y la acción, basados en la búsqueda que hacen los vampiros de los humanos por su sangre. Las persecuciones, las búsquedas y los ajustes de cuenta son la base de la cinta. Y Ethan Hawke está en el medio de todos los peligros: es el vampiro que se une a los humanos porque quiere hacer que su vida deje de tener gusto a sangre.
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