Hace unos años resurgieron y han crecido tanto que amenazan hacernos retomar la costumbre infantil de prender la luz para dormir. Son mitos centenarios, pero no cesan de aparecer nuevas versiones que pretenden ser una saga del original o lo reinventan completamente.
“El vampiro no es una simple creencia sino un sistema de creencias, un resumen de todos los terrores”, definió el escritor Pablo de Santis. Y debe tener razón, por algo proliferan miles de historias alrededor de esta figura enigmática que necesita de sangre humana para sobrevivir.
En los tiempos medievales, estos mitos se codeaban con la realidad y habrán dejado sin pegar un ojo a más de uno. En pleno siglo XXI, el vampiro atraviesa todos los productos, géneros literarios y soportes. La avidez por estas historias incluye desde el joven y seductor vampiro que creó Stephanie Meyer en Crespúsculo –que, entre la saga de la novela y las películas, mantiene a millones de adolescentes encendidos desde que salió, en 2005– hasta la secuela más sorprendente de Drácula, escrita por Dacre Stoker (bisnieto del afamado autor, Bram Stoker) y Ian Holt (historiador y guionista). En Drácula, el no muerto , el monstruo murió hace 25 años convertido en cenizas pero ha dejado sus huellas en todos los personajes que lo rodearon. Aunque se sitúa en el año 1912 y aparece hasta el propio bisabuelo, la secuela tomó muchos hechos del original y trató de seguir la línea iniciada por su antepasado. En una entrevista, Dacre comentó que releyendo con atención los manuscritos de Bram Stoker descubrió cómo Drácula iba cambiando. La historia original de Bram sufrió los avatares del tiempo y de las editoriales, por lo que tuvo que cambiar varias veces de idea. Tanto que el final publicado no es el mismo que aparece en sus notas preliminares.
Si bien cualquiera podría haber escrito esta secuela, fue necesario contar con la presencia del bisnieto para acceder a los manuscritos y para meter a Bram Stoker como un personaje. Con hechos de su vida real ficcionalizados, Bram aparece en esta secuela como el Director del Lyceum. Como si fuera poco, ya están preparando la segunda y tercera parte y hasta el guión de una nueva película.
Otro mito que volvió al ruedo es el del Hombre Lobo. Desde la tradición oral rescatada por Perrault en el siglo XVII, con su Caperucita Roja , el mito no perdió vigencia hasta la actualidad. Hace pocas semanas se estrenó la película El hombre lobo , protagonizada por Benicio del Toro, Anthony Hopkins y Geraldine Chaplin.
La licantropía, en la mitología, es el poder que tiene un humano para transformarse en lobo. Uno de los primeros licantrópos es el Rey Lycaón en los poemas de Las Metamorfosis de Ovidio : Lycaón es convertido en un lobo luego de intentar servir la carne de su propio hijo cuando Zeus lo visita, para refutar la divinidad de Dios. Pero también hay una enfermedad mental que lleva el mismo nombre, en la que el paciente cree que se transforma en un animal y, por lo tanto, se comporta como tal.
Igual que en el caso de los vampiros, la única cura para el mal del hombre lobo es la muerte. Mientras que el vampiro muere con una estaca en el corazón o con fuego, el lobizón también exige un esfuerzo: las balas de plata.
Vampiro y hombre lobo se han enfrentado durante siglos. Se dice que los hombres lobo rechazaron su forma de vampiros para ser más fuertes. En Crepúsculo aparecen ambas figuras y hasta hay videojuegos en los que luchan.
La pregunta parece ser: ¿dónde termina el ser humano y dónde empieza la bestia? En ese enigma tal vez radique “el resumen de todos los terrores”, la cuestión que trata de resolverse en cada nueva versión del mito.
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